Seguro que en momentos de desanimo te habrás escuchado decir:
“Es que yo no sirvo para nada”
Otros días te habrás sentido feliz por algún logro que te hizo sentir bien y por lo que has recibido el reconocimiento de los demás.
Si miras a tu alrededor podrás ver que estas rodeado de personas que tienen especial facilidad para algunas actividades, al igual que serias limitaciones para otras.
Existen personas que aprovechan maravillosamente sus talentos, mientras que otras los desaprovechan.
Algunos sencillamente los desconocen, no habiéndose parado ni siquiera un instante a reflexionar cuales pudieran encerrar.
Claro, tradicionalmente la ciencia ha otorgado mayor protagonismo a la inteligencia que al talento, aunque no son términos equivalentes.
El talento es algo mucho mas complejo y difícil de definir.
Siempre asociamos el talento con una capacidad innata, como una aptitud que podría ser desarrollada o no en función de las circunstancias y el esfuerzo.
Pero nos olvidamos de la actitud con la que cada persona se enfrenta a su vida y que determina su comportamiento.
El talento es una realidad superior a la mera capacidad biológica determinada por herencias genéticas, el talento responde a unos complejos procesos moldeados sobre nuestra capacidades innatas por nuestra educación, entorno, estímulos y experiencias, motivación y componente emocional.
Y tu?
Que posees?
Inteligencia, talento o ambas facultades a la vez?
Conocer tu talento, aplicarlo y desarrollarlo, será fundamental para encontrar tu lugar en la sociedad, ese esfuerzo se convertirá en una fuente de felicidad, la competición es contigo mismo, según tus posibilidades, sin comparaciones con los demás.
Reflexionar sobre nuestro talento es como mirarnos en el espejo mas intimo y revelador.
¿Te atreves?