Las últimas investigaciones científicas demuestran que cada uno de nuestros pensamientos produce la descarga de una sustancia química que influye en cómo nos sentimos.
La consecuencia es que nuestro cerebro responde de inmediato ante los estímulos emocionales.
Los pensamientos y las emociones afectan a nuestro cuerpo, por eso, la manera en que nos sentimos físicamente en un momento dado está relacionado con los pensamientos que tenemos en esos momentos.
En general reprimimos las emociones porque hemos sido educados con la creencia de que son malas, entonces las negamos. Pero las emociones reprimidas se quedan en nuestro cuerpo, hasta que decidimos y aprendemos a liberarnos de ellas.