Consultoria

El éxito del Consultor-Coach como promotor del cambio se basa en su capacidad para crear el deseo de evolucionar.

Para ello se necesita utilizar la lógica del sistema afectado, sus experiencias, sus valores, sus criterios y recursos evitando todo juicio y condena, pero también toda argumentación para: “convencer de cambiar”.

Un sistema humano, tan pronto como se siente atacado, desvalorizado, culpabilizado o, peor, negado en su propia lógica, se paraliza y se defiende.

Considero que toda organización humana posee en si misma los recursos para su evolución.

Habrá entonces que apoyarse en los valores y creencias de la persona y del sistema organizativo, para así liberar sus recursos, haciendo una clara distinción entre el cambio homeostático y la evolución.

Los cambios que surgen de la homeostasis no pueden producir la evolución, solo son frutos de una adaptación.

El ser humano tiene tendencia a “hacer mas de lo mismo”, incluso si no produce los resultados esperados.

Mientras que un ser humano o un sistema organizativo no hayan aprendido a ver o interpretar de otra forma una situación, tienen que responder de la misma manera.

Entonces se trata no tanto de corregir las disfunciones del sistema afectado como de extraer de el los recursos,  explotando la función útil de sus defectos en la persecución del cambio evolutivo.

Las organizaciones, al igual que los individuos, no viven solo de gestión:

Se alimentan también de esperanza, de visión de futuro, de planes y de proyectos.

En Coaching es esencial crear el deseo de un futuro más satisfactorio, preparar el terreno antes de sembrar las semillas apropiadas, pero incluso es preciso:

“dar confianza al otro para ayudarle a crecer”.

Como decía Sócrates enseñar es ante todo “recordar a los otros que saben tanto como tu”, “es hacerle descubrir lo que ya sabe, para que aprenda a extraer lecciones de sus experiencias”.

Los gestos se parecen a los del buen jardinero, que hace que sus plantas crezcan sin, por ello, tratar de que se conviertan en lo que no son.

Conducir el cambio no se improvisa, y necesita de una transformación radical de nuestro modo de pensamiento, pero también de nuestros métodos de negociación tanto interna como externa.

Para cambiar, no basta con explicar ni con comprender.

Lo que impide el cambio son, principalmente, todas las ideas, hábitos y creencias que nos hemos construido sobre el mundo, sobre los otros y sobre nosotros mismos, aquellas que un pretendido “sentido común” nos inculca desde la infancia.

El trabajo del Consultor-Coach es obtener la cooperación de sus interlocutores, es  conseguir crear el deseo de cambiar, para que “actúen de otro modo”.